Mucho más cantosa que esta, me han montado una enfrente de casa.
Hola! Hoy dedicaré este espacio a despotricar contra estas tiendas de enormes letreros amarillos, que constantemente nos recuerdan lo mal que nos va económicamente. La verdad, no son ninguna novedad; en Madrid me había acostumbrado a verlas por la zona de Sol, con los famosos hombres-cartel (supuestamente prohibidos, al menos en teoría). La cuestión es que en Bilbao jamás había visto una de estas, y de unos meses a esta parte, me han plantado dos al lado de casa. Una en la acera de enfrente, y otra, algo más discreta (lo que no tiene mucho mérito, todo hay que decirlo), en el mismo portal.
Pues bien, cuando empiezan a surgir de la nada estos comercios, mala señal. Los prostíbulos emocionales, los llamo yo, donde uno va a que le tasen y le paguen por... poco menos que sus recuerdos, la verdad. Porque lo que está claro es que muy desesperado hay que estar para ir a una casa de empeños, como hace años (y si no, que le pregunten a Kvothe!). Lo peor del caso es que, cuando las ponen, será porque tienen bastante éxito.
Otra cosa que me molesta de estos establecimientos son esos carteles tan llamativos que ponen. Casi siempre en amarillo y negro, con letras gigantescas. Nada de discreción ni buen gusto, no. Son las verduleras de los carteles, parece que vayan gritando a los transeúntes:
- Eh, tu, desesperao! Entra aquí a que te quitemos lo tuyo, mozo! Que tenemos los fardos de billetes bien frescos!!
Terrible. Y encima, ¡en fosforito! ¿qué pasa, que las subvencionan las ópticas?
Verdulerismos a parte, siempre he pensado que estas tiendas fomentan el latrocinio (y no por parte de gente honrada, precisamente). Que son el salvavidas de los carteristas, que irán a venderles cualquier joya de dudosa procedencia. Porque, a día de hoy, pocos serán los que conserven los recibos de la compra de las joyas, por ejemplo. Y, conque el ladrón se aleje un poco del lugar del delito... ¡mucha casualidad tendría que ser, que el dueño justo encontrase lo robado en el escaparate, con la consiguiente intervención policial!
Y es que, lo dicho, por si no nos acordásemos de lo mal que estamos, estas tiendas son el recordatorio visual omnipresente de lo mal que andamos de dinero. Si alguna vez anuncian así las funerarias, será momento de preocuparse. Mucho. Mientras tanto, sigo pensando en la idea que se me ocurrió con Pablo, de repintar el "oro" de los carteles y escribir "miso" en su lugar. ¡Maldita la gracia que les haría a los dueños!
Sí que las ópticas deben de hacer negocio con esos carteles, sí, porque queman la vista >_> Vale que se pretenda llamar la atención, pero con ese mal gusto no gracias.
ResponderEliminarEn fin, si tienes razón Lys, aunque ahora es el todo vale. Esos negocios prosperarán hasta que la gente ya no tenga necesidad de venderles nada o hasta que la gente se arruine del todo. ¡Y mejor que sea lo primero!
Bueno, Lys, espero que pongas enseguida otro post que me entretengo mucho leyéndolos ;)
Bikos!
Noi tengo yo tan claro lo de que compren alegremente joyería de dudosa procedencia, puesto que si la policía descubre que tiene algo robado, ellos lo pierden, por mucho que hayan pagado por ello.
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