viernes, 18 de mayo de 2012
Réquiem por un pajarito
Esta madrugada, Ceniza, la cría de estornino (sí, creo que al final era un estornino y no un mirlo) que recogí el miércoles, se ha muerto. Pobre animalito... sobre las 4:15 me desperté al escuchar unos sonidos extraños que venían de la cajita donde dormía él , me levanté a ver qué pasaba... y estaba el pobrecillo agonizando, convulsionándose constantemente.
Rápidamente a la cocina a ver si conseguía hacerle entrar en calor (por si lo que tenía era fío), darle unas gotitas de agua, masajearle la caja torácica a ver si empezaba a latir con algo más de fuerza... pero todo en vano. Ha estado sufriendo durante casi media hora, conmigo al lado masajeándole y hablándole para que aguantase... ¡ni siquiera me atrevía a sonarme los mocos por si acaso se moría en esos instantes! Pero no ha habido nada que hacer, el pajarito se ha ido apagando poco a poco.
Lo he envuelto en el trapito sobre el que dormía y lo he dejado otra vez en su caja, puesto que no me parecía bien tirarlo a la basura como si tal cosa. Al final, lo he metido en una bolsita aparte y se lo he dado a Pablo cuando ha bajado a la calle.
¡Tan sano como estaba ayer, que no dejaba de dar saltos! No sé qué habrá podido matarle. Me he fijado -ya muerto él- en que las últimas heces tenían sangre, algo muy común en el envenenamiento (Cuando tuvimos una fuga de gas en Madrid, Mormont, mi diamante mandarín empezó a hacer cacas con sangre y poco después murió). Puede que le haya sentado mal la comida (alternando papilla de bizcocho con agua y otra de patata cocida), o que haya picoteado el papel de periódico de su cajita... en fín, el caso es que ya no está.
En fin, Ceniza, pajarito, este post va por tí, estés donde estés. Siento mucho no haber podido criarte hasta que aprendieses a volar y te volvieses un estornino fuerte y sano. No sé si habrías sobrevivido si te hubiese dejado en el parque, quiero pensar que no (demasiados perros y gatos por esa zona), pero siempre me quedará la duda. Habrías sido una mascota estupenda (porque sé que al final te habría llevado de estranjis a Bilbao conmigo y ya te habrías quedado en casa para siempre), y siempre que vea un estornino me acordaré de tí, de lo que podrías haber llegado a ser. Mi precioso pajarito.
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¡Pobrecillo! Con lo gracioso que era... Y bueno, Lys, tu piensa que hiciste todo lo que pudiste por el animalito... eso es lo más importante.
ResponderEliminarDescansa en paz, Cenizita